miércoles, 18 de marzo de 2009

Las vueltas robóticas de la vida

9:30 am. Mc Donald's.

C: Hola buenos días. Si, quisiera un Café Latte para llevar por favor.
Cajera: Enseguida te lo preparo. Serían $5,50. Servite.
C: Bárbaro gracias.


A falta de una revista tan entretenidamente femenina como estúpida (leáse Cosmopolitan, Para Ti, Susana, Vogue) pero que viene ideal en estos momentos, manoteo el diario (particularmente el Clarín, que es de más fácil lectura a comparación de la incomodidad estructural de La Nación). Veo una mesa libre y me siento. Feliz de tener un ratito libre entre cursada y cursada, disfruto de mi café. Leo.


No pueden faltar los manotazos de ahogado del Matrimonio K con el adelanto de las elecciones. Qué triste.

El descontrol por el festejo de San Patricio, los excesivos controles de alcoholemia. Admito mi total ignorancia con respecto al origen de esta festividad irlandesa. Es aquí que me vengo a enterar que se festeja la muerte de un obispo que convirtió a Irlanda al catoliscismo. ¡Qué locura hacer de una fiesta aparentemente samaritana un verdadero Infierno 20 siglos después! ¿Hasta dónde llega la avaricia de un país por "marketizar" su turismo, por Dios!? Bueno cada loco con su tema. La cuestión es que una vez más caemos en la cuenta de que cualquier excusa es válidamente bienvenida para chupar hoy en día.

Levanto la mirada para ver la gente alrededor.

9:45 am. Yo, Robot (con Will Smith).



Sí, parecía una película futurista en la cual todo está automatizado, perfectamente sincronizado. Éramos 10 personas. Cada una en una mesa distinta. Formando dos filas. Sentados precisamente en el medio de la butaca del box que mira a la entrada. Silencio absoluto. Diario a la derecha. Bandeja y café a la izquierda. Cada uno en su propia burbuja. Cada uno contribuyendo a hacerlo tan bizarro como incómodo. Lo peor es que no fue una casualidad. Individuo que se paraba, espacio que era ocupado por otro repitiendo las condiciones anteriores. El lugar tenía más aspecto de vagón que de cafetería.

Estaba todo tan fríamente ordenado que necesitaba romper con ese estructuralismo. Me estaba volviendo loca. Por suerte cayó a desayunar una señora con sus hijos. Respiro. Por fin pude verle la cara a alguien. Por fin pude ver una sonrisa.

Qué difícil es romper una estructura o modelo cuando ya está pre-establecido. Inconcientemente tomé la posición de todos en el lugar. Sí, sí. Ni siquiera llegué a pensar ni a darme cuenta de la posición que estaba adoptando. Si decidía sentarme del lado contrario, enfrentando la cara de todos, iba a transformarme en un bicho raro, desubicado, totalmente "out of the system".

Que loca es la naturaleza de las costumbres humanas o normas sociales. ¿Será tan así? ¿Será que nos adherimos a determinados patrones de conducta porque "todo el mundo lo hace", sin siquiera deternos a pensar en lo que nosotros queremos? ¿Cómo puede ser que nos hayamos esclavizado tanto? ¿Cuándo fue que nos convertimos en verdaderos androides? ¿Cómo lo frenamos?

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