¿Por qué a veces nos complicamos tanto poniendo una careta frente a nosotros? ¿Será que en nuestro inconsciente esta máscara es nuestro airbag, nuestra red de seguridad, un salvavidas que nos evita salir lastimados? Muchas veces, tenemos la absurda creencia de que mostrarnos serios y cortantes, hacernos pasar por témpanos de hielo sin emociones, es lo único que nos garantiza el respeto. Creemos que si logramos demostrar a los demás que nada ni nadie nos afecta, entonces nadie intentará probar que nos equivocamos. Sin embargo, ¿hasta dónde somos capaces de seguir con esta farsa, de continuar mostrando algo que simplemente no somos, de eternizar nuestros más profundos deseos?
He aquí la GRAN ENCRUCIJADA SHAKESPEARIANA: ¿seguimos engañando o seguimos engañándonos?
Racionalmente, esta actitud de extrema hipocresía, viene acompañada de una protección extrema, al igual que cualquier combo 2x1. Pero como cualquier promo, también tiene su lado oscuro que, generalmente, no es siquiera considerado. ¿Acaso entre tanto despotismo no nos damos cuenta de la miseria de nuestros sentimientos reprimidos que piden a gritos ser liberados? ¿Por qué nos cuesta tanto admitir que tenemos necesidades? Gracias a Dios no somos autosuficientes y requerimos de los demás. Tenemos necesidad de compañía, amor, apoyo, cariño, intercambio desinteresado; dar y recibir. No consigo comprender hasta donde llega nuestro miedo al rechazo que nos lleva a vivir ocultando lo que de verdad sentimos o pensamos. Entonces mi pregunta es: ¿si es del rechazo de lo que desesperadamente escapamos, porque terminan siendo nuestros sentimientos los fugitivos?
Retomando el primer párrafo de arriba -que describe tan sólo un fugaz segundo de mi finita existencia-, quería agregar que a veces basta con una sonrisa para despertar de esta fría verdad y sacarnos la careta, dejando a otros echar un vistazo a nuestras verdaderas pasiones, aunque sea de a poco, paso a paso, con una simple mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario